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¿Una charla sobre equidad de género y liderazgo que termina en un partido de fútbol? ¡Sí, por favor!

Hay encuentros que empiezan como una charla… y terminan en un partido de fútbol. Así fue nuestra experiencia con Control Risks, una consultora global especializada en gestión de riesgos, que nos abrió las puertas para conversar sobre liderazgo, género y diversidad. Pero no solo para hablar: también para jugar. Porque, a veces, lo simbólico se vuelve literal. Y eso, precisamente, es lo que hace la diferencia.



¿Qué pasa cuando llevamos la equidad de género a espacios que históricamente no han sido pensados desde allí?

Pasa que surgen nuevas preguntas.

Pasa que se mueven los esquemas.

Pasa que lo que parecía ajeno, se vuelve propio.

Y pasa que el fútbol —esa excusa maravillosa— vuelve a ser lenguaje común, punto de encuentro, terreno fértil para la transformación.


Este fue un encuentro multigeneracional. Tan diverso, que entre risas descubrimos que había personas que no sabían qué era TV cable y otras que aún recuerdan la interferencia en el canal 2. Cada conversación trajo una historia distinta. Algunas desde la seguridad corporativa, otras desde la pasión por el deporte, todas atravesadas por la necesidad de hacer visibles las diferencias… y rehumanizarlas.


La conversación estuvo moderada por Daniela Cuéllar, integrante de Women in Security, quien nos recordó algo esencial: en un mundo que exige respuestas ágiles a riesgos complejos, la diversidad de miradas no es un lujo: es una necesidad estratégica.


Gracias a la Fundación Pazífico, no solo por posibilitar este encuentro, sino por sostener un propósito que nos une: llegar a lugares donde muchas niñas aún no han tenido oportunidades, y a través del fútbol, mantener vivo un programa pedagógico-deportivo que les enseña valores y les abre caminos. Porque cuando hablamos de transformación, no hablamos solo del presente: hablamos de sembrar futuro.


Porque cuando pasamos el balón por muchas canchas y muchos terrenos —el organizacional, el personal, el deportivo, el emocional— el juego definitivamente cambia.


¿Y ahora qué sigue? Seguir llevando estos temas a más espacios, seguir encontrando aliados improbables, seguir combinando la palabra con el juego.


La conversación no termina. El partido apenas comienza.


¿Quieres llevar esta experiencia a tu organización?

Conversemos. Juguemos. Transformemos.



 
 
 

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